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Este libro es la guía definitiva sobre todo los aspectos relacionados con la adaptación al descalcismo. ¿Por qué correr descalzo?¿Es peligroso o, por el contrario, evita lesiones? ¿Cómo afrontar los primeros días? ¿Qué tipo de terrenos son los más adecuados? Son sólo alguna de las preguntas a las que obtendrás respuesta.
¿Por qué correr descalzo?¿Es peligroso o, por el contrario, evita lesiones? ¿Cómo afrontar los primeros días? ¿Qué tipo de terrenos son los más adecuados? ¿Existen cuidados y precauciones especiales a tener en cuenta? ¿Se puede correr sin zapatillas por la montaña? ¿Y de noche o en pleno invierno con bajas temperaturas? ¿Cómo compaginar correr descalzo con el entorno social? ¿Se puede participar en todo tipo de competiciones?
En 1960, el mítico atleta etíope Abebe Bikila ganó la medalla en los Juegos Olímpicos de Roma corriendo descalzo. Medio siglo después, la libertad que da correr con los pies desnudos está de moda y cada día hay más adeptos que dejan a un lado las zapatillas y se adhieren a esta forma de running minimalista. 100 consejos para correr descalzo es la guía definitiva sobre el proceso de adaptación al descalcismo. Todo bajo la experiencia del propio autor, un corredor descalzo que resuelve en este manual las dudas más habituales a las que se enfrenta cualquier deportista que quiere afrontar con éxito la práctica de este tipo de carrera. Una obra recomendada tanto para los que se quieren iniciar en esta forma de correr, para los que ya están practicándola o para todos aquellos que sienten curiosidad, pero no se atreven a dar el primer paso.
Es profesor de comunicación en la Universidad Jaume I. Toda su vida está marcada por el movimiento incesante, tanto por sus lugares de residencia (Albacete, Madrid, San Sebastián, Valencia, Alicante, Lérida, Barcelona, Tampere, Segorbe) como por sus ocupaciones (obrero de vías y obras, sociólogo, empresario de turismo rural, vendedor de servicios de internet, webmaster, profesor universitario...). En armonía con todo esto siempre fue corredor. Pasó de gatear a correr, de dar vueltas de niño a los parques de Albacete, a fortalecerse corriendo en todo tipo de carreras populares. La maratón se convirtió en su obsesión para sentirse vivo, y anotarse una al año era la señal de que las cosas marchaban. Las lesiones casi interrumpen esa evolución, pero no se resignó. Desnudar sus pies fue la solución para poder seguir corriendo más y mejor, y alcanzar su meta: correr 13 maratones descalzo en un solo año.