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Si estás pensando hacer el Camino De Santiago hay algo en lo que no puedes fallar si quieres terminar con una sonrisa en la cara.
Te cuento.
Invierno del 2006.
Rubén ha sido padre por primera vez hace unos meses y me propone hacer el Camino de Santiago. Los últimos 100 kms.
Es final de Enero, tengo 30 años y muchas ganas de aventura.
Sin apenas pensarlo partimos con destino a Sarria, en Lugo.
Viajamos toda la noche en un tren de los años 30 con unos asientos tan duros como una piedra.
Es imposible dormir.
Y no solo por los asientos, el fuerte balanceo y el ruidoso traqueteo, sino por la luz. En todo momento estuvieron encendidas, como si fuéramos gallinas en una granja.
Mi cabeza parece que va a estallar. Estoy mareado, desorientado.
Miro a Rubén y lo veo blanco como el mármol, como si estuviera a punto de vomitar.
Con este cuerpo llegamos a Sarria de madrugada y antes de emprender la marcha intentamos reanimarnos tomando un café con donuts.
Sólo hay un bar abierto.
Al lado un joven de cabellos rubios y complexión atlética hace lo propio.
Antes de que amanezca empezamos a andar, todavía aturdidos por el viaje y la oscuridad.
A los pocos kilómetros, el joven del bar nos adelanta.
Es legionario, de Ronda y hará el mismo recorrido: Sarria - Santiago de Compostela.
Decidimos ir juntos, por lo que toca apretar el culo. Su caminar es fácil y tenemos que hacer un esfuerzo por seguirlo.
Pero al poco Rubén empieza a quejarse de un dolor.
No te contaré todo el viaje, porque lo importante para ti ocurrió el primer día, a los pocos kilómetros.
En mi recuerdo guardo para siempre los momentos vívidos como si fueran un tesoro.
La juventud, la temeridad, la aventura en lo desconocido, los pocos recursos …hicieron de aquel viaje algo único e irrepetible.
Sigo.
Días antes del viaje suena el teléfono. Es Rubén desde el Decatlón.
Llama para preguntar por el tipo de calzado para hacer el camino de Santiago.
Es 2006, por lo que faltan años para que el calzado minimalista llegue a nuestras vidas.
Le contesto:
«No voy a usar botas. Iré con las zapatillas que uso para correr.
Si vas a comprarte unas botas que sean de una talla más grande.»
Rubén dice que vale, pero no se compra nada.
Al final decide usar sus antiguas botas que le quedan como un guante: ajustadas.
Dice que así no se moverá y no tendrá ni rozaduras, ni ampollas.
Resultado:
A los pocos kilómetros de empezar se queja de dolores en los pies.
Es el primer día de cuatro.
Llevamos pocos kilómetros recorridos.
Y para colmo es la etapa más larga. Son 30 kilómetros.
Seguimos andando, Rubén cada vez con peor cara, pero es muy sufrido y se queja poco.
El legionario nos dejó hace horas. Cuando no podíamos seguir su ritmo.
La noche nos coge por el camino.
Saco la linterna, que como el tren también es de los años 30 y alumbra menos que una luciérnaga en una noche de verano.
Caminamos casi a oscuras y en varias ocasiones estamos a punto de perdernos.
Sólo el buen sentido de la orientación de Rubén lo impiden.
Después de mil paradas, angustiados y cansados llegamos a nuestro destino.
Entramos en el pueblo y antes de buscar el albergue, Rubén hace algo que marcará el buen hacer del resto del camino.
Entra en una tienda de deportes.
Y se compra unas zapatillas de senderismo.
Con una suela gorda y rígida, sí, pero anchas y con sensación de espacio para los dedos.
Con las botas hizo lo que muchos peregrinos hacen al terminar el camino: las tiró.
Con la diferencia que él lo hizo el primer día.
Imagino que esta tradición viene por lo mal que lo pasan por los dolores en los pies.
Hay algo curioso que se repite a la hora de elegir la talla y que a Rubén también le pasó.
A pesar de llevar los pies incrustados dentro de las botas, con dolores constantes por la opresión, cuando se estaba probando las zapatillas las veía grandes.
Estaba tan acostumbrado a llevar las botas pegadas al pies, como si fueran calcetines, que no era capaz de sentir la comodidad del espacio.
Lo que le ocurrió a Rubén es algo común.
Muchos clientes dicen que las zapatillas le quedan grandes, a pesar de que la longitud es la correcta, porque no están acostumbrados a la sensación de libertad en los dedos.
A veces cuesta hacerle ver que la talla es la correcta.
Hay que explicarle que el pie tiene dos medidas:
Por eso debe quedar el espacio de un dedo entre el talón del pie y el talón de la zapatilla.
Bien, han pasado 15 años desde entonces y si hiciéramos de nuevo el Camino de Santiago tengo claro que botas usaría Rubén.
Las Xero Daylite HiKer Fusion.
Tiene un pie ancho por lo que necesita el espacio y la flexibilidad que le ofrece estas botas de Xero.
De esta forma evitaría rozaduras, ampollas y la sensación de opresión que sintió.
Además son ligeras y planas, para que el caminar no sea ni pesado ni lento.
Y como en Galicia la lluvia puede aparecer tarde o temprano las hay impermeables.
Xero Shoes Xcursion Fusion - Impermeables.
También para mujer:
Las Xero Daylite HiKer Fusion.
Xero Shoes Xcursion Fusion - Impermeables.
Pd: Para saber tu talla en las Xero Daylite Hiker, lo correcto es que midas tu pie y utilices el botón que se encuentra junto al selector de tallas.
Y si no se acierta a la primera, a la segunda.
El sistema para cambiar de talla es simple, rápido y gratuito si activas el seguro de cambio.
Y recuerda:
El buen camino siempre empieza con la salud de tus pies.
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1 Comentario
Erik Cuellar 15/04/2024
Hola buen día,El dato que más me gusta es que se compró las botas por la tarde después de una buena jornada y aún así se las compro espaciosas, con lo que seguro compro mucha más talla de la que solía gastar, porque el pie tenía que estar bastante inflamado. En mi humilde opinión la talla del calzado minimalista o no, es parte fundamental de la elección del mismo. Por la tarde, a final de agosto, después de haber andado mucho con huaraches, es un buen momento para comprar calzado para el invierno????
Otro punto fundamental:
- El calcetín: para largas caminatas y terrenos variados, si siempre usas calzado, y se quiere evitar ampollas en la planta del pie o dedos, cuanto más gordo sea el calcetín mejor. En invierno y en verano (con la talla adecuada al calcetín que se usa). Indiferentemente de tu actividad habitual. Si andas descalzo por cualquier terreno, el calcetín es indiferente obviamente.
¡Buenas caminatas! ????