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La forma de caminar es muy personal.
Cada uno tenemos la nuestra.
Tanto, que eres capaz de identificar a tus amigos y familiares con solo ver cómo caminan.
Llovía el pasado lunes.
Y mientras observaba la mañana, un niño caminaba junto a su madre rumbo al colegio.
El pequeño iba con pasos cortos, pero rápidos. Todo muy fluido, sin apenas esfuerzo.
Más adelante un hombre delgado tenía un caminar muy diferente.
Cada paso era eterno.
Parecía un elefante con sobrepeso.
Clavaba el talón de sus zapatos, bloqueaba la rodilla y plantaba el resto del pie sobre el suelo.
Como a cámara lenta.
Así una y otra vez.
10.000 pasos al día si cumple las recomendaciones oficiales.
«Esa forma de caminar con la rodilla totalmente bloqueada, trasladando el impacto del pie a la cintura, solo le puede traer problemas.»
«Seguramente le dolerá la espalda.»
«En breve tendrá que sentarse. Cada paso es un freno a su marcha.»
Con esto en la cabeza estaba, cuando apareció Ángel.
Sigue lloviendo y el agua empieza a correr calle abajo.
Mientras terminamos el café me cuenta algo curioso sobre Bruce Lee.
Sus enseñanzas sobre la naturaleza del agua, guardan mucha similitud con el pie.
Bruce dice:
«En el mar, mientras navegaba, pensé en los errores de mi entrenamiento y enojado conmigo mismo golpeé al agua.
En ese momento, tuve una revelación.
¿No era el agua la esencia del Kung-Fu?»
El pie es como el agua.
Ligera.
«Traté de agarrarla, pero fue imposible.
El agua, la sustancia más blanda que conocía, podía encajar en cualquier recipiente.»
El pie sólo pesa 1 kilo, a pesar de que tiene un tercio de los huesos del cuerpo.
Si añades peso al pie te vuelves lento, torpe y pesado.
Muy fuerte.
«La golpeé, pero no sufrió daño.
Aunque parecía débil, podía romper las rocas más duras.»
Mientras corres, tu pie aguanta tres veces tu peso.
¡210 kilos por pie!, en mi caso.
Y esto en cada paso, durante decenas o cientos de kilómetros.
Se adapta.
«Pon agua en una taza y será la taza,
ponla en una botella y será la botella.»
Si metes tu pie en un zapato estrecho adquiere la forma del zapato, y si lo dejas libre se expande y toma su forma natural.
«Entonces, me tumbé en el bote y sentí que había encontrado el equilibrio.
Quería ser como la naturaleza del agua.
Sé agua, amigo mío.»
Bruce Lee fue mucho más que un maestro de las artes marciales y nos dejó muchas enseñanzas.
Apasionado del entrenamiento, aprendió boxeo, esgrima, judo, tangsudo… y siempre tuvo claro que había que seguir al instinto y respetar nuestra naturaleza.
En los pies, es fácil seguir sus consejos y respetar lo que somos.
O descalzo,
o con unas zapatillas minimalistas.
Como las Vivobarefoot Primus Lite III para él, o para ella.
que cumplen a la perfección la filosofía de Bruce Lee.
«Be water, my friend.»
La salud empieza en tus pies.
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