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El pasado martes llegaron dos niños a la tienda.
Ambos con la misma edad, con la misma talla de pie (un 37) y con el mismo problema.
La única diferencia, los padres. No eran hermanos.
Y que uno venía recomendado por un podólogo y el otro había visitado a un médico.
2 niños, el mismo día, la misma talla y con idéntico problema.
¡Qué coincidencia!
¿De verdad éstas cosas ocurren?
Sí.
La realidad siempre supera a la ficción.
Pero el problema de los niños no era ficticio.
Ambos caminaban de puntillas.
Sin apoyar el talón.
E incluso estando quieto se mantenían en los dedos, sin apoyar todo el pie en el suelo.
Como cuando te empinas para salir más alto en la foto.
Es como si la «cuerda» que se fija en el talón del pie fuera corta y no diera más de si.
Un padre comentó que su hijo tenía los gemelos como piedras:
Duros e inmóviles.
¿Y los pies? preguntó Ángel.
Imagina que coges un balón con una mano, ésta se ahueca para adaptarse al balón, a la vez que aprietas fuerte los dedos para que no se caiga.
Ahora imagina la mano sin el balón.
Así se veía los pies de los niños.
Rígidos, con un arco pronunciado y los dedos tensos.
En vez de ser flexibles parecían como tallados en madera.
¿Y por qué? ¿A qué se debe tanta rigidez en los pies?
Según un médico, la causa podría ser neurológica.
De tipo nervioso.
Y no le falta razón. Muchas veces canalizamos el exceso de tensión y de estrés por los pies.
Pero también podría ser por el calzado, como sugirió el podólogo.
Antes decía que la mano se adapta al balón para poder cogerlo y los pies se deben adaptar al suelo por donde anda.
Pero si el calzado es rígido y estrecho, el pie no se adapta al terreno, se adapta al calzado y se vuelve como él.
Y por ese motivo, dos padres diferentes vinieron a la tienda el mismo día.
Guiados por el sentido común.
Han utilizado la solución más simple: el principio de la Navaje de Occam.
Van a empezar por la base.
Quitando todo lo que impida el libre movimiento de músculos y tendones.
Cosa que el tacón, la rigidez y la estrechez del calzado impiden.
Y como sus hijos han utilizado este tipo de zapatos desde pequeño, seguramente el problema sea el calzado.
Y seguramente, estén en lo cierto.
De hecho, en la tienda mientras se probaba la talla correcta, uno de los niños apoyó todo el pie.
¡Un avance!
No sabemos qué pasará, pero ésta solución sólo puede traer beneficios.
Y ambos padres lo tienen claro.
Dejar que el pie se comporte como pie, poniendo el mínimo impedimento físico.
Para la calle, usando calzado minimalista.
La Merrell Trail Glove 5 y las Vivobarefoot Primus Sport fueron los calzados elegidos.
En casa, descalzo.
Y si el suelo está frío, para seguir como descalzo, nada mejor que estos calcetines Falkes.
Muchos colores.
Muchos estilos.
Pero un único propósito.
La salud empieza en sus pies.
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