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El otro día buscando un libro encontré uno que creía perdido.
Hace tiempo que quería releerlo pero no lo encontraba y pensé en comprarlo de nuevo.
Suelo prestar los libros y a veces no me acuerdo a quien se lo dejé, por lo que ha sido una sorpresa.
Correr con los keniatas.
Trata de un escritor de la revista Runner Worlds que viaja con su familia a Kenia.
Para vivir, entrenar y tratar de descubrir los secretos de los mejores corredores del planeta.
Una de las partes interesante llega cuando habla de las carreras de los niños.
En las competiciones en Kenia los niños con zapatillas corren más lentos que descalzos.
Esto lo observa en todos los niveles de edad.
Y sigue.
Porque cuanto más sofisticada, aparatosa o voluminosa es la zapatilla, más atrás quedan.
Curioso, aunque no tanto.
Si en lugar de correr pusiéramos los niños a colorear ¿quien crees que terminaría antes?
¿El que usará la mano desnuda o la niña con un guante grueso y pesado?
Es cierto, que la mano de la niña con guante estaría más protegida.
Pero también lo es, que sus movimientos serían torpes, lentos, como si dibujara a cámara lenta.
El pie no es muy diferente a la mano.
También tienen 5 dedos y comparte casi los mismos sensores táctiles.
Al andar el suelo produce estímulos y el cuerpo reacciona a ellos.
Gracias a su aparato sensorial es capaz de sentir la dureza del terreno y la fuerza de la pisada.
Así se ajusta la tensión de los músculos para lograr la combinación perfecta entre amortiguación y estabilidad.
Por eso es importante que los niños estén descalzos el mayor tiempo posible.
Para que sus pies puedan tener un completo desarrollo.
Y para que su desarrollo cerebral sea máximo.
Si en casa hace frío, los calcetines Falke permite que el pie esté caliente, pero no aprietan los dedos.
Y en la calle, un calzado minimalista puro es lo más semejante a un pie desnudo.
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