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No se a ti, pero a mi me hubiera gustado correr a lo Forest Gum.
Un estilo exquisito...
la melena al viento...
y un camino sin dirección.
El deseo perdura.
correr, correr y solamente correr.
Sin mirar atrás.
Pero como ya no tengo pelos para llevar la melena al viento,
ni puedo correr sin pensar en un mañana,
disfruto viendo correr a mis hijos, y de vez en cuando, retarlos a alguna carrerilla.
Te cuento esto por una razón.
Andaba descalzo hacia el coche, cuando vi en el suelo muchos cristales.
Los típicos cuando se rompe la ventana de un coche. Pequeños y cuadrados.
Lo primero que pensé fue, ¿me han roto un cristal?
Lo segundo, ¡y yo descalzo!
Y por mucho que intentaba no pisarlos, siempre notaba en alguna parte sus pequeños filos.
No me hacian daño, simplemente los notaba y rápidamente levantaba el pie o desplazaba la carga hacia otro lado.
Esto es instintivo, salía solo sin pensarlo.
El pie sabe balancearse, al igual que una mecedora.
Y en esas estaba.
Cuando me vino la imagen de Forest Gum sentado en el banco esperando al autobús,
contando su vida a desconocidos y diciendo aquello de que la vida es como una caja de bombones.
Y sin quererlo me dije:
“La vida también es como un suelo lleno de cristales, nucas sabes cual te vas a clavar.”
Forest comparaba la vida con los bombones y yo con un suelo de cristales.
Te he comentado que iba descalzo, pero unas zapatillas minimalistas me hubiera protegido de los pequeños cristales y hubiera obtenido casi los mismos beneficios de ir descalzo.
De la vida no te protege, de los cristales, sí.
Es cierto, que no sabemos lo que nos depara el futuro, pero si somos dueño del presente.
¿Te preocupa la salud? Empieza por los pies.
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