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El otro día celebramos la comunión de mi hijo.
No sigo a ninguna religión, pero mi mujer sí, además le gusta seguir las tradiciones, por eso de vivir en un pueblo.
La cosa es que entre las altas temperaturas, vacaciones y el covid merodeando, anularon mucha gente. Y hasta última hora no sabíamos si el evento tendría lugar.
Finalmente lo celebramos, pero tantos vaivenes me han pasado factura.
Al otro día me levanté con tal dolor de cuello que parezco un gigante cabezudo. Esos que andan más recto que una vela. Sin poder mirar hacia los lados, sólo al frente.
Es extraño, pero sólo me pasa cuando cambio de almohada (lo hice por cuestiones de viaje) y tengo algo en la cabeza que me preocupa.
Si estoy relajando, aunque cambie de almohada no me pasa.
Otro punto que suelo tensionar mucho son los pies. O el cuello, o los pies.
En los extremos, por ahí va mi tensión, mi exceso de estrés.
Lo del cuello lo llevo fatal. Duele al mínimo movimiento lateral y está más tieso que una mojama.
Si te ha pasado alguna vez sabes de lo que hablo.
Algo mejor en los pies, por eso de ser minimalista las 24 horas.
Aún así, los tengo rígidos, sin movimiento, como si fuera una pezuña. Como la de Zabri (nuestra mascota que come zapatillas amortiguadas).
Pierden su flexibilidad. Y el contacto con el suelo se minimiza a dos zonas, talón y dedos, con lo que empieza a molestarme los talones.
Si mido el pie ronda los 27,5 cm, cuando en situaciones de relajación profunda (varios días de senderismo por la montaña sin móvil) supero los 28 cm.
En ambos casos, cuello y pies, estoy haciendo lo mismo para intentar relajar las zonas:
Movimientos circulares
Automasajes con las manos
El cuello mejora a lo largo del día con los movimientos y el quehacer diario.
Como no le pongo nada rígido a su alrededor, lo tiene fácil, no hay nada que le impida su movimiento.
Imagínate todo el día con un collarín. Ufff….¡qué dolor sólo de pensarlo!
En los pies ocurre algo similar.
No llevo unos zapatos rígidos, estrechos y pesados en los pies.
Intento estar descalzo el máximo tiempo posible y andar por distintas superficies. De forma lenta y pausada, intentando que los pies se adapten al terreno.
Y si no, lo tengo fácil con el calzado minimalista puro que suelo usar en verano.
Para el día a día, las sandalias Zauri Hanami o las Vivobarefoot Ultra.
Y para las caminatas y carreras por caminos y montaña intercambio las Merrell Trail Glove con las Vivobarefoot Primus Trail FG, según las sensaciones que quiera experimentar.
Buen verano y cuida el exceso de estrés, no te pase lo que a mí.
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