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Verano.
Tiempo para caminar, correr o disfrutar de matutinos paseos con la brisa del amanecer.
7:30 de la mañana. Suena el despertador.
Mis amigos esperan para salir a correr.
A mis 40 me han entrado las prisas.
Tengo que recuperar el tiempo perdido.
¡Me he dejado tanto! que no sé por dónde empezar.
¡Corriendo! Ese es el camino. Es fácil, todo el mundo lo hace.
Miro a mis pies.
Dedos en garra.
Puente muy pronunciado.
Principio de juanete.
Ellos son la base, los que sostienen al resto de la estructura que permite mi movimiento. Si se tambalean, el resto de mi cuerpo lo hace con ellos.
Después vendrán los dolores. Rodilla. Cadera. Espalda.
¿A quién quiero engañar? ¿Correr?
Vuelvo la vista abajo, y los vuelvo a mirar, sin querer hacerlo. Con los ojos entreabiertos.
Parecen de mármol. Rígidos, sin vida, como los pies de una muñeca de porcelana.
No hay prisas. Me lo repito una y otra vez, pero no puedo frenar el ímpetu.
Se me acaba el tiempo. Lo quiero hoy, ¡ya!
Pero ellos no entienden de prisas, sólo de adaptación, de reactivación, de sentir.
¿Por dónde empezar?
Camina, descálzate.
Quítales toda presión, toda opresión.
Siente de nuevo, experimenta con ellos. Escucha lo que te dicen.
Suelo fresco, áspero, sucio, mojado, cálido hasta quemar.
Tócalos.
Como la primera vez. Como un niño con "zapatos" nuevos.
Ufff…..¡qué sensación!
Reactivación de los pies
El siguiente vídeo lo grabé durante el confinamiento y fue publicado en distintos post en el instagram de zami_es.
Ahora se han unido las distintas parte en una mini guía con ejercicios, con el objetivo de que los pies recuperen toda la flexibilidad, fuerza y propiocepcion con que la naturaleza los dotó.
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