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Yo era un corredor mediocre que cada dos por tres tenía que lidiar con las lesiones.
Dentro de esa frustración buscaba respuestas sin encontrarlas. Preguntando aquí y allá, visitando a todo el colectivo alrededor del atletismo popular.
Un día veo en la televisión un anuncio de unas zapatillas de Nike cuyas características simulaban a la del pie descalzo.
Recuerdo que salían unos keniatas corriendo con ellas, con ese movimiento tan fluido que parecía que no pisaban el asfalto.
En ese momento me vino a la cabeza a Bikila corriendo descalzo la maratón de Roma.
De pronto todo parecía tener sentido: Bikila y unas zapatillas que eran como si corriera descalzo. La emoción me llenó por dentro.
De nuevo encontré una motivación para salir del pozo de las lesiones donde una y otra vez caía sin remedios.
Por aquel entonces, estaba trabajando en Madrid y fui a una tienda especializada en zapatillas de atletismo.
Cuando llego le pregunto al dependiente por las zapatillas en cuestión y me dice que esas zapatillas no son para mí.
Intenté razonar con él, pero de forma contundente me dijo que no. Me subió a un artilugio con un espejo en el suelo y me hizo doblar las rodillas: "Eres pronador", me dijo. "Tus pies se inclinan hacia dentro".
Así de fácil, así de irreal. Soy de pie cavos, por lo que tiendo más a una hipersupinación (el pie aterriza de forma exagerada con el exterior).
Me vendió unas Asics con control de pronación y al poco estaba lesionado de nuevo.
Durante varios meses después, el anuncio de Nike y Bikila descalzo venía a mí una y otra vez como en una pesadilla...
¿Cómo era posible?, ¿cuál era la zapatilla correcta para mí?
La respuesta la encontré en el libro Nacidos para Correr, en aquel entonces en su versión en inglés.
Su lectura me hizo descubrir a Caballo Blanco, a los tarahumaras y como había mucha gente que corrían con lo mínimo en los pies, con sandalias o descalzos.
Fue como encontrar un oasis en mitad del desierto.
Me compré la zapatilla de competición con menos protección que encontré, las Adidas PR.
Le corté parte de la suela y empecé a caminar y correr de forma progresiva. Intercalando la carrera con ejercicios para las piernas y los pies.
De vez en cuando también corría descalzo, intentando que mis pies recuperarán la sensibilidad perdida.
Con los días, mis pies se hicieron más fuertes y conseguí alcanzar esa sensación de besar el suelo que tanto anhelaba y con ello, mis lesiones comenzaron a desaparecer.
Tiempo después nació el foro y el blog de correrdescalzos.es, se popularizaron las zapatillas minimalistas y con ellas se creó ZaMi.
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