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Pasa mucho. Llama alguien y lo primero que dice es:
“Busco un zapato para mi madre, no es para mí.
Se los quiero regalar, pero ella tiene los pies delicados.”
Le pasó a María, le regaló a su madre un par de zapatos barefoot pensando que había dado en el clavo.
Ella creía que cuando le diera el regalo, su madre iba a reaccionar diciendo:
“Qué bonito niña, me encantan”
Pero no.
Lo primero que hizo la mujer al abrir la caja fue fruncir el ceño y soltar:
“Son muy anchos… parecen para jóvenes.”
Dos días después, —la que dijo que no le gustaban los zapatos— no se los quita ni para ir al baño.
¿Qué ha pasado?
Lo de siempre.
La comodidad manda.
Este fue el mensaje que mandó:
“Buenos días sólo comentaros que a mi madre de 88 años los zapatos no le gustaron, decía que eran muy anchos y para jóvenes, pero no se los quita porque son muy cómodos.
Me dijo que va a mirar unos para el verano.
Gracias por la recomendación”
88 años.
Toda una vida pensando que lo correcto eran los zapatos estrechos, rígidos y con ese pequeño tacón, pero tan dañino.
Nunca pensó que el dolor de sus pies era culpa de sus zapatos.
“Con lo que me han costado ¿cómo van a ser malos?”
Una frase que suelo escuchar mucho en la tienda.
Y es cierto, al principio el calzado barefoot puede generar dudas.
“¿En serio estos zapatos me van a funcionar?”
Pero en el momento en el que te los pones, es como un clic.
Ya no hay marcha atrás.
Los pies son muy listos. Dicen que unos maestros.
Ellos saben lo que necesitan y, cuando por fin encuentran espacio para moverse, respirar y no sentirse estrujados, ya no quieren otra cosa.
Esto es aún más importante con el paso de los años.
Los pies se ensanchan, los juanetes asoman y cualquier molestia, por pequeña que sea, se convierte en un suplicio.
Ahí es donde los zapatos minimalistas se convierten en un antes y un después.
De hecho, no es raro que, después de probarlos, personas que pensaban que este calzado no era para ellas, acaben buscando un segundo par. Como esta madre que ahora quiere unos para el verano.
Y es que el calzado barefoot no tiene edad.
Estoesasí.
Desde niños que dan sus primeros pasos, hasta madres que empiezan con reticencias pero terminan convencidas.
Y todo porque están diseñados con una premisa sencilla pero revolucionaria: Respetar la forma natural del pie.
Con una suela flexible, delgada, sin drop (es decir, sin diferencia de altura entre el talón y la punta del pie) y con espacio suficiente para que tus dedos se muevan libremente.
Yavestruz, qué cosas!
Caminar como si no tuvieras nada en los pies, comodidad infinita, equilibrio y mayor movilidad.
Bien.
Las zapatillas que María regaló a su madre son las Mustang Free, las diseñadas por el Dr. Juanjo López.
Unas zapatillas versátiles, modernas y con un diseño fresco y actual.
Las Mustang Free para mujer son una apuesta segura.
Y si tu madre es del club de los pies sensibles y hablamos de metatarsalgia, neuromas o simplemente pies delicados, hay modelos que van un paso más allá, como las Lems Primal 3, que aporta ese extra de protección sin renunciar a la filosofía barefoot.
Hasta aquí.
Si aún dudas, haz como María: regálale a tu madre un par de zapatos barefoot y deja que ellos hablen por sí mismo.
Ella te lo agradecerá. Y tú estarás en paz, porque sabrás que estás cuidando de la salud de los que más te quieren.
Efectiviwonder.
La salud empieza en tus pies.
Antonio Caballo.
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