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Te cuento lo que ocurrió con una clienta que después de más de un año usando calzado barefoot llamó echando humo por las orejas.
Me lo contó Ángel, fue él quien la atendió.
Si no conoces a Ángel te aseguro que el santo Job, tiene menos paciencia.
Me cuenta que se pasaba horas atendiendo a esta mujer.
En la tienda y al teléfono.
Horas.
1, 2, 3… horas.
Y hasta hace días, siempre hablaba maravillas del calzado barefoot.
¿Qué ocurrió?
Que esta mujer, que llevaba meses disfrutando del calzado barefoot y hablando maravillas, decidió volver a hacer alguna ruta de senderismo. Pero tras eso comenzó a notar molestias en la cadera.
Y claro, su entorno no tardaría en señalar al barefoot como el culpable.
¿El resultado? Una llamada a Ángel cargada de reproches.
Te puedes imaginar la escena: Ángel, que ya había invertido horas asesorándola con toda la paciencia del mundo, de repente se encuentra al otro lado del teléfono, escuchando cómo le llueven las quejas.
Después de tantos consejos, tanta atención al detalle y tanto mimo… Nada.
Lafirgen.
Bien.
Puedo entender la frustración de la clienta,
¿Quién desea tener un dolor o estar lesionada?
Pero sin duda que su caso va más allá del simple hecho de usar calzado barefoot.
O del manido debate calzado minimalista versus calzado convencional.
¿Qué le ocurrió a la Clienta?
Déjame desglosarlo porque esto tiene chicha.
Dicho esto, hay algo que marca la diferencia.
Demosimportan.
El dedo gordo del pie y su alineación.
Este dedo tiene una responsabilidad enorme. Es el MVP de tu pie, el Messi de la biomecánica.
Es el motor principal de la propulsión cuando caminas o corres. Sin él, literalmente no puedes caminar como es debido.
Cuando está alineado, todo fluye: tu peso se reparte de forma uniforme por todo el pie: Caminas mejor, corres mejor y hasta te duele menos la espalda.
Pero cuando encierras a tus pies y estrujas tus dedos en un calzado convencional, con su punta estrecha, obliga al dedo gordo a desviarse hacia adentro.
Esto afecta su funcionalidad y desencadena una cadena de desequilibrios que pueden llegar a tus rodillas, caderas y columna vertebral.
Aquí es donde el calzado barefoot y los correctores entran en juego, buscando devolverle al dedo gordo su posición natural.
Pero OJO: esto no sucede de la noche a la mañana.
El cambio a calzado barefoot implica activar músculos que probablemente hayas tenido dormidos durante años.
Por lo que requiere tiempo, paciencia y un plan para fortalecer tanto tus pies como el resto de tu cuerpo.
¿Por qué te cuento esto?
Porque si usas calzado barefoot y tu dedo gordo está desviado, te estás perdiendo la mitad de la película.
Y quizás, sólo quizás, a nuestra clienta era esto lo que le ocurría.
¿Qué puedes hacer?
Fácil.
Termino con una recomendación.
Unas botas de senderismo muy completas.
Tan ligeras como tu móvil, flexibles como si fueran unas babuchas y tan anchas que permiten usarlas con separadores de dedos.
Te aguantan bien unas lluvias, pero no le pidas horas metido en un charco como si fueran unas botas de agua de plástico.
Estas botas respiran y por eso, son casi impermeables.
Son, las más que conocidas Xero Shoes Xcursion.
Para Ellas y Ellos.
Recuerda, tus pies son la base de todo tu movimiento. Cuídalos, dales espacio, y verás cómo el resto de tu cuerpo te lo agradece.
Efectiviwonder.
Tu salud empieza en ellos.
Antonio Caballo.
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