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El jueves entró en la tienda una señora de unos cincuenta y tantos, delgada, del pueblo.
La conozco de vista, como nos conocemos todos en estas calles.
Se detuvo en la puerta, dudando si entrar, y cuando se decidió, me suelta del tirón:
"Es que me duelen los pies"
Llevaba unas Adidas, no las clásicas Samba, pero casi; de esas que te recuerdan a las antiguas pero con un toque moderno.
A simple vista, parecían cómodas.
Pero ella ya había pasado por un par de podólogos y la respuesta siempre era la misma: plantillas.
¿El problema?
Que el alivio es temporal.
Al poco, el dolor vuelve, como un boomerang.
Le digo:
"¿Sabes que el calzado puede ser la causa de tus dolores?".
Me miró de arriba abajo como diciendo: Tú lo que quieres es venderme unos zapatos.
Y yo para adentro pensando: Señora, estás en una zapatería.
Sigo dándole información y le pido que me enseñe sus pies.
Y ahí fue donde la cosa se puso interesante.
Se quita los calcetines y… bingo!
Pies de porcelana, sin vida, dedos apiñados como si fueran sardinas en lata, y con el dedo gordo más desviado que la torre de Pisa.
Le digo que le voy a hacer una prueba y le pido que apriete un tarjeta con el dedo gordo mientras yo tiraba de él, y ¿sabes qué pasó? que la tarjeta se vino conmigo sin resistencia. Como si como si tirara de una goma floja.
Así de débil tenía el dedo.
Su dedo gordo, esa pequeña máquina tan vital para la estabilidad del pie, no tenía vida propia, y los otros dedos parecían una paquete de salchichas, juntos y apretaos.
Cuando le explico que sus problemas se deben a años y años de usar zapatos estrechos, rígidos, con tacón y que no respetan la forma natural de sus pies, aún parecía dudar más.
Me señala sus zapatillas y con una leve sonrisa me dice:
"Pero mira, son anchas".
En su mente, lo de “ancho” solucionaba el tema.
Pero lo que no entendía es que, aunque esa parte del zapato era ancha, la punta se cerraba, aplastando sus dedos como si fueran……
Efectiviwonder.
Un paquete de salchichas.
Le pongo el pie al lado de sus zapatillas y le digo:
"¿Ves donde metes tus pies? Tus dedos no tienen espacio."
Además, debes usar unos separadores de dedos y hacer ejercicios para devolverle la fuerza a tus pies.
Ten en cuenta que el dedo gordo es el motor del pie. Sin un dedo gordo que funcione, todo el pie pierde estabilidad y fuerza.
Llegado a este punto la mujer se ppuso los calcetines mientras me daba la típica excusa: ya volveré ... con mi marido, con mi hija o con mi prima frasquita.
Y ahí me quedé, mostrándole el último modelo de zapatillas Coqueflex Senzana.
Diseñadas precisamente para lo que ella necesita: espacio para los dedos, movilidad y libertad.
Una alternativa perfecta a sus Adidas, pero flexibles, planas y sin la punta estrecha que tanto la está haciendo sufrir.
A veces me siento como si intentará vender gafas a un ciego.
Dice el refrán: No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Y yo añado: Ni peor cojo que el que no quiere caminar.
En estos años, he visto a mucha gente entrar por aquí con esos mismos problemas y he visto cómo cambian cuando se atreven a probar algo diferente.
Así que, si alguna vez notas molestias al caminar, es posible que cambiar de zapatos sea justo lo que necesitas.
CoqueFlex Senzana: tan bonitas como esas Adidas, pero diseñadas para cuidar de tus pies.
Esloquehay.
La salud empieza en tus pies
Antonio Caballo
PD. Correctores de dedos: Correct Toes y Naboso Splay.
En los comentarios de los clientes está la respuesta a tus preguntas.
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