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Hoy quiero hablarte de algo que seguro que te ha pasado.
Me refiero a esas críticas que muchos lanzan contra el calzado barefoot, incluso antes de probarlo.
Es un tema que me enciende (cada vez menos), lo confieso, y por eso quiero dedicarle este post.
Bien,
¿Por qué crees que la gente critica las zapatillas barefoot?
En mi opinión, se trata de un simple miedo a lo desconocido y a salir de la zona de confort. En muchos sentidos, el calzado barefoot es una vuelta a los orígenes, una forma de reconectar con nuestra naturaleza.
Y claro, a veces lo natural da miedo, especialmente cuando estamos tan acostumbrados a la comodidad artificial.
Lo que más me llama la atención es cómo se repiten siempre los mismos argumentos:
"Eso no es bueno para tus pies",
"Te vas a hacer daño",
"¿Dónde están la amortiguación?".
Yavestruz, como si nuestro cuerpo no llevara corriendo, andando o saltando, miles y miles de años.
Parece que sin la amortiguación que se inventó el de Nike en los 70 (Nike te vende amortiguación y que Corras Descalzo), nuestros pies se van a desintegrar con cada paso. Cuando la realidad es justo lo contrario.
¡Ojo! que yo antes no lo veía y durante años estuve inmerso en el mundo del running con zapatillas convencionales, esas llenas de tecnologías, geles y cámaras de aire que prometían maravillas.
Al principio todo parecía perfecto, como en los matrimonios de los cuentos de hadas, hasta que empezaron las molestias, las lesiones y, en definitiva, el desgaste de mi cuerpo.
Fue al descubrir el barefoot y las zapatillas minimalistas (Cómo Nike me encendió la bombilla del cambio a unas zapatillas minimalistas) cuando realmente entendí cómo debía funcionar mi cuerpo al andar o correr.
El calzado minimalista no solo te permite sentir el terreno, sino que fortalece cada músculo y ligamento de tus pies, devolviéndo a tu cuerpo su equilibrio natural.
Una de nuestras clientas, Gloria, me escribió hace poco y lo expresa mejor que yo:
“Buenos días,
ya me llegaron las zapatillas de Merrell y estoy encantada, me kedan muy bien y menuda diferencia, me las he puesto esta mañana para ir a trabajar y me he dado una buena caminata. En las Vivobarefoot y en las Saguaro notaba mucho el suelo y mis pies no están preparados aún para eso, además también noto que tengo el puente del pie que no se me mete tanto para dentro, así que fenomenal.
Están teniendo mucho éxito, la gente me está preguntando, ahora acabo de tener una sesión online con la clínica Improve y estoy muy contenta, a ver si así voy mejorando porque tengo los pies fatal.
Ya llevo 1 año con barefoot y andando descalza y todavía sigo teniendo muchos problemas, pero es como me han dicho hoy en la clínica de Jesus Serrano, que es igual que si nunca has ido al gimnasio y te das una paliza.
El primer día es normal que te cueste, pero con el tiempo mejora y más después de tantos años teniéndolo mal, aunque creyeras que llevarás puesto un buen zapato.
Lo bueno de esto es que lo tienes que trabajar y beneficia a todo tu cuerpo, no sólo a tus pies.
Si hubiese seguido llevando el calzado convencional, a día de hoy yo creo q no podría ni moverme.
A mi por ejemplo una cosa que me pasaba con mucha frecuencia es que se me torcía el tobillo y ya desde que uso estas zapatillas no se me ha vuelto a torcer.
No sé por qué la gente lo crítica tanto.”
Tonces, ¿por qué tantas dudas?
Estamos tan acostumbrados a la idea de que necesitamos soporte y protección extra que olvidamos que nuestros pies están diseñados para ser fuertes y ágiles por sí mismos.
Hemos sido bombardeados con tanta publicidad que nos hemos tragado la idea de que cuanto más "moderna" sea la zapatilla, mejor para nosotros.
Falso!
El verdadero problema es que cambiar requiere esfuerzo y, muchas veces, tiempo.
De hecho, si decides dar el paso, lo primero que te recomiendo es hacerlo poco a poco. Como en todo, la transición es clave para evitar lesiones y para que tus pies se acostumbren a trabajar de nuevo como deben hacerlo.
Y aquí viene la gran verdad: quienes critican las zapatillas barefoot sin haberlas usado, son como esos que opinan sobre una comida sin haberla probado.
Mi recomendación es simple: Pruébalo.
No te pido que cambies todo tu armario de zapatillas, pero sí que le des una oportunidad a tus pies de sentirse libres y naturales.
Así que la próxima vez que escuches a alguien diciendo que el calzado barefoot no tiene sentido, solo pregúntale:
"¿Ya lo has probado?"
Si la respuesta es No,
efectiviwonder,
su opinión no tiene mucho peso.
Nos vemos el próximo domingo.
La salud empieza en tus pies.
Antonio Caballo
Pd. Las zapatillas Merrell de Gloria aquí.
Y en versión Impermeable de Goretex aquí, por si vas por sitios húmedos o a dar un paseo por la nieve con uno buenos calcetines de dedos.
Para hombre transpirables aquí y las Impermeables de Goretex aquí
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2 Comentarios
Antonio Alvarado 18/08/2024
Puff si te contase, mis primeras zapatillas barefoot fueron de Camper, las Peu hace muchos años. Iba a la oficina con ellas y no paré de recibir bromas por parte de todo el mundo (compañeros y compañeras) sobre que si parecía que tenía pies de pato...Luego empecé a usar deportivas para correr y, provocó que dejase un club de running que suele practicar en El Retiro en Madrid porque todo eran "bromas" por parte de los compañeros y compañeras; luego me he centrado en correr en el parque de mi barrio y me pasa lo mismo cuando me cruzo con algún grupito de algún club, todos mirándome raro y poniendo caras y siempre suele hablar en voz alta el experto de la barra de bar del club que sabe de todo y dice que son muy malas y que seguro que me lesiono...
Hace mucho que me resbala, pero resulta triste ver lo simples que podemos llegar a ser.
Antonio Caballo 23/08/2024
Te entiendo perfectamente, y créeme, he pasado por lo mismo cuando empecé con el barefoot allá por 2010. Recuerdo las risas y comentarios en el pueblo y en el club de atletismo. Es increíble cómo la gente opina sin saber de qué va.Lo importante es que tú sabes lo que es mejor para tus pies y tu cuerpo. Lo demás, como dices, acaba resbalando. ¡Sigue adelante y no dejes que los prejuicios te frenen!
Un abrazo,
Antonio Caballo