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El miércoles pasado hablaba por teléfono con un compañero de universidad que hacía más de 20 años que no hablábamos.
Él ha trabajado muchos años en China en puestos de responsabilidad y me contaba algunas de las cosas que ha vivido.
Hacía mucho hincapié en que él ha sentido el peso de la responsabilidad, que no todo era estudiar y sacar buenas notas, que hacía falta algo más y eso él lo tenía.
Lo decía sacando pecho, mostrando todo lo conseguido estos años.
Y no le falta razón.
No sólo se trata de sacar un buen expediente académico, para llegar arriba, a lo más alto, se necesita mancharse las manos de barro.
Sentirlo.
Amarlo.
De eso se trata.
Esto lo puedes aplicar a muchas facetas de la vida, y por supuesto, a tus pies.
Por eso cuando en los pies usas algo inerte, falto de movimientos, qué te ahoga y qué te aleja de tus raíces… dejas de sentir.
Y en ese momento estás muerto.
Sin vida.
Pensarás que exagero, que se me ha ido la pinza con tanto dramatismo.
Pero no, querido lector, sólo tienes que probarlo para comprobar que es real.
Quítate los zapatos y los calcetines, y mira cómo puedes mover los dedos.
Apóyalos sobre el suelo y siente su textura, su rugosidad y lo frío o caliente que está.
Da igual donde estés, a quién le importa.
La vida sólo tiene sentido cuando puedes sentirla.
Y por eso, sólo por eso, te mereces algo mejor.
Como las Xero Prio Neo.
Y también:
Para que tengas más espacio y que tus dedos no estén atrapados.
Para que tu centro de gravedad y tu espalda no se modifiquen por la elevación en el talón.
Y para que puedas moverte en cualquier dirección sin nada que te amarre.
La salud empieza en tus pies
Antonio Caballo.
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