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Sirva este artículo como agradecimiento a la fisioterapeuta que abrió mi mente.
Ocurrió mucho antes de que las zapatillas minimalistas llegarán a España. En el 2000.
En aquel momento me encontraba en Córdoba, había terminado Químicas y empezaba el doctorado.
Vivía en el Campus de Rabanales, un sitio ideal para practicar el atletismo. A las afueras de Córdoba, al pie de la sierra.
Además de la pista de atletismo, podía acceder a un canal de riego por una puerta trasera.
Este canal tiene a su lado un camino firme que se adentra en la sierra.
Un paraíso de agua, naturaleza y paz.
Esos años yo salía a correr por sensaciones, sin planificación, por placer, pero el gusanillo de las marcas personales, el tiempo por kilómetros y todo lo que rodea al mundo del corredor popular empezaba a hacer mella en mí.
A pesar de que no exprimía mi cuerpo a tope, las sobrecargas, contracturas y alguna lesión más seria no tardaron en llegar.
Un viernes que volvía a mi pueblo, pedí cita con una fisioterapeuta para una contractura en los gemelos.
En la consulta, cuando termino de explicar lo que me ocurre, me dice:
- "¿Tú también corres para mejorar los tiempos?"
Me quedé pensativo, sin saber qué decir. Al cabo de algunos segundos le respondí:
- "Claro, para mejorar."
Hoy, cuando pienso en aquello, veo lo quería decirme.
Me explica que el cuerpo está formado por cadenas musculares, que el dolor se puede manifestar en el gemelo, pero que puede venir de otra parte, que hay que realizar estiramientos globales,….
Aquello resonó en mí y empecé a ver al cuerpo de otra forma, pero lo que más impacto tuvo y con los años determinante, fue cuando mirando a mis botines dice:
- "Mira tus zapatillas, ¿qué forma tienen? Y ahora mira tus pies."
- "Tus pies son como tus manos, más anchas por la parte de los dedos. Y tus zapatillas son al contrario, más estrecha por delante que por detrás."
- "¿Cómo crees que tus pies se sentirán ahí dentro?"
Esa conversación fue la semilla de lo que vino después.
No fue inmediato, seguí corriendo, buscando mejorar marcas personales, tiempo por kilómetros y clasificaciones en carreras populares. Seguramente tenía que alimentar el ego con pequeñas victorias en forma de segundos.
Pero aquella conversación fue clave para ver el anuncio de Nike con los ojos de un niño curioso.
Creo en mí la duda.
Y la duda, como la curiosidad, son claves para ser más consciente.
Más consciente de lo que ves, de lo que lees y de lo que escuchas.
Para no vivir en modo automático.
Para detener el ritmo cansino y monótono de la vida.
Para quitarte los zapatos y poder disfrutar de la sensación inigualable de caminar por la arena o un prado descalzo.
El resto ya es historia.
El calzado minimalista crece a un ritmo difícil de sostener por las grandes compañías.
Y cada vez hay más marcas que fabrican calzados que no estrujan tus pies, que lo dejan trabajar y sentir.
Y en esas estoy, junto a mi incansable equipo.
Intentando quitar lastres en forma de calzado.
Abriendo mentes, cuando se dejan.
Y vendiendo zapatos que te ayuden a ser más humano. El humano animal.
Para que tus pies no sean los que te limiten en ese paseo matutino que tanto anhelas al despertar o en tu caminata de la tarde.
Para que a pesar de los años te sigas moviendo como cuando eras niño.
La salud empieza en tus pies.
Antonio Caballo.
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