Inés se pregunta si habrá tirado el dinero comprando minimalistas

“Estoy desesperada.

Me he lesionado los gemelos en el gimnasio por toda la tensión que sufren mis piernas.”

Así llegó Inés a la tienda.

Con dudas, dolores y sin saber si las zapatillas minimalistas sería su solución.

Su historia es el típico caso de menos es más.

Mira lo que pasó.

Inés llevaba años con problemas varios: dolor de pies, gemelos cargados, dolor de cintura…

Los podólogos a los que había visitado le decían que tenía el tendón de Aquiles acortado porque siempre había utilizado calzado con tacón.

Cuando se le pregunta por el tipo de zapatos, dice que no usaba tacón de aguja, sino el típico calzado de mujer que lleva un poco de tacón.

Ya sabes, todo el calzado de mujer lo lleva.

Todos.

En las niñas también.

Y la solución que le plantearon los podólogos pasaba por dos cosas:

1. Que usara calzado con 3 centímetros de tacón.

Una bestialidad.

Ya que esto hace que tus pies no estén planos, no se reparta correctamente la presión en tus pies y sobre tus rodillas, tus caderas estén rotadas hacia adelante y tus lumbares dibujen una curva más pronunciada.

2. Y plantillas.

No se lo que unas plantillas pueden corregir cuando la metes en un calzado estrecho y con 3 centímetros de tacón.

Como era de esperar, ambas soluciones no le sirvieron.

Aplicando el principio de menos es más, Inés se planteó eliminar aquello que la había convertido en una mujer frágil.

En lugar de poner, se puso a quitar.

Eliminaría el tacón y las plantillas.

Aunque con ciertas dudas, ya que no sabía si se podría adaptar a un calzado plano, pero como llevaba tanto tiempo con dolores y con los dedos estrujados, pensó que no perdía nada en probar.

Y salió de la tienda junto a su marido, con las sandalias Zauris puestas (era verano).

En el trayecto hasta el coche le volvieron a surgir las dudas.

La voz interna que resonaba en su cabeza intentaba sabotear su decisión:

"¿Habré tirado el dinero?"

Cuando le preguntó a su marido por esto, él dijo que estaba contento, porque sentía sus dedos libres, sin nada que le apretara, y eso le hacía sentir bien.

Antes de dejarse llevar por más dudas, Inés recordó lo que se le había explicado minutos antes en la tienda:

• Debía ser más consciente de cada paso que daba, disfrutarlo, con una zancada más corta, para poco a poco irse acostumbrando.

• Hacer ejercicios específicos para ganar fuerza y confianza con sus pies.

• Paciencia, para que el cuerpo pueda compensar los nuevos estímulos y generar las adaptaciones positivas necesarias.

Después de unos meses, Inés se sentía bien, y un día se fue a caminar más de lo normal, unas 3 horas.

Esa caminata que antes le dejaba la cintura "partida" y los gemelos y sóleos cargados, ni se enteró. Terminó sin ninguna molestia.

Y nos cuenta con emoción, que ahora incluso disfruta de caminar por la ciudad:

"Puedo sentir la rugosidad de los pasos de cebras”.

“Me entra como una alegría por el cuerpo, no sé, sentir como mis pies lo notan todo, y no es dolor"

Tan bien se sentía que no quería ni decirlo:

"No le decía a la gente lo feliz que estaba con mis zapatillas por no gafarlo. No vaya a ser que al decirlo, de repente volviera a dolerme"

Y así, Inés olvidó las dudas iniciales, aplicó el principio de menos es más y empezó a disfrutar del simple hecho de poder caminar sin dolor.

Ahora cuando nos llama es para pedirnos consejos a la hora de adquirir un nuevo zapato.

Lo último que preguntó fue sobre uno más arreglado, tipo botita, como:

• Vivobarefoot Geo Chelsea
• Vivobarefoot Gobi III WIN
• Xero Shoes Tari

Para cuando te levantas por la mañana, hace frío y tienes un evento importante o simplemente quieres ir elegante al trabajo.

Más no tiene por qué ser mejor.

En tus pies, Menos siempre es más.

Tu salud empieza en ellos.

Antonio Caballo