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Los pies de los niños, hoy día, son una asignatura pendiente.
A edades tempranas ya se ven lesiones que antes sólo las tenían las abuelas.
La principal, la pérdida de linealidad del dedo gordo, y ¡ojo!, que esto es más importante de lo que crees.
Se ha visto que con solo un poco de desviación ya hay problemas de circulación, sin contar el aumento del número de juanetes en hombres y mujeres.
Te cuento esto, porque este año estoy entrenando a un equipo de fútbol 11 de niños entre 12 y 13 años.
Y aunque me está costando tela gestionar a 22 preadolescentes (1 adolescente da guerra, 22 ni te cuento) el problema mayor no es este, sino los pies.
La mayoría de los niños tienen los dedos juntos, y algunos tan unidos, que los dedos parecen dos tortolitos en su viaje de boda.
Apretaos.
Estrujaos.
Y eso no es todo.
Algunos tienen los pies sin estructura.
Sin fuerza.
Como si fueran pies de muñeca de porcelana, esto es, sin vida.
Y esto puede derivar en problemas de rodillas.
Verás.
Cuando tu hijo corre, el dedo gordo es el encargado de frenar el movimiento de pronación que realiza su pie.
Si su dedo gordo no tiene la fuerza suficiente para frenar dicho movimiento, tu pie sigue girando hacia el interior, y en ese giro la rodilla le acompaña, castigando la parte interna de la misma.
Resultado:
Dolor de rodilla, ligamentos tocados y, con el tiempo, el cartílago dañado.
Hablemos de las botas de fútbol.
Lo habitual es que un padre le compre a su hijo las botas de Cristiano Ronaldo.
Sin mirar la horma, ni la flexibilidad, los refuerzos, ni el tipo de tacos.
Y, ¿qué pasa?
Que si a esa bota le sacas la plantilla y pones encima el pie de tu hijo, verás que falta plantilla por todos lados.
Es decir, que la única forma de que el pie de tu hijo quepa en las zapatillas es que se meta a presión, quedando los dedos montados, apretaos y desviados.
La flexibilidad es otro capítulo.
Si intentas doblarlas te costará.
Y si tu no puedes hacerlo con las manos, imagina a tu hijo con sus pies.
Bien.
Solo hay una forma de ponerle solución a los problemas que causan las botas de fútbol.
Que tú hijo la use el mínimo tiempo posible. Sólo para entrenar y jugar los partidos, el resto, ya sabes, busca una zapatilla que se parezca a un pie.
Anchas, para que el dedo gordo se mantenga recto y los dedos se abran a cada paso.
Flexibles, para que los pies de tu hijo se muevan en todas direcciones sin restricciones.
Propioceptivas, para que sus pies sientan el suelo, se adapten a él y tengan pisadas menos dañinas.
La salud y el desarrollo de tus hijos comienza en sus pies.
- Antonio Caballo
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