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La amortiguación de tus zapatillas te hacen perder equilibrio, propiocepción y estabilidad. Y tus rodillas lo sufren, como le pasó a José Ramón.
Jose Ramón pesaba 120 kilos cuando intentó empezar a correr.
Con los años fue cogiendo kilos y un día mientras subía una escalera se dio cuenta que no podía ni respirar.
Nadie quiere cargar con una mochila de 40 kilos a todas horas y él la llevaba a diario. No podía seguir así, tenía que perder peso.
Se fue a la tienda de deportes más cercana y se compró unas zapatillas para correr.
Le aconsejaron una con mucha amortiguación, porque pesaba mucho y tenía que proteger las rodillas.
A los pocos días los dolores en sus rodillas no le dejaban moverse. Se le hinchaban.
Y cada vez que intentaba correr el mismo problema. Además, había aprendido una palabra nueva, la cintilla iliotibial. Se le cargaba y dolía la zona externa de la pierna, cerca de la rodilla.
Ante este panorama tuvo que dejar de correr.
Paró, se recuperó y cambió las zapatillas por una bicicleta.
Gracias a ella empezó a perder kilos, pero en el fondo se sentía frustrado por no poder correr.
¿Por qué le dolían las rodillas?
Y ¿qué era aquello de la cintilla iliotibial?
Cuando preguntaba las respuestas siempre eran las mismas.
Pesaba mucho.
Y aunque todavía estaba gordito, él veía correr gente corpulenta sin aparentes problemas.
‘Seguro que tiene que haber otro motivo’, se decía a él mismo.
Una tarde de verano, paseando por el paseo marítimo se sentía muy bien, con energía. Los pies se le iban solos y echó a correr.
Empezó con miedo, sin saber cuánto aguantaría, estaba seguro que sus rodillas pronto empezarían a quejarse, pero hora y pico más tarde había corrido 12 kilómetros sin molestias.
Se quedó sorprendido, ¿cómo era posible? Sus rodillas no le dolían.
¡Y había corrido con unas sandalias minimalistas!
Las compró para pasear, no para correr, pero ese día su cuerpo le pedía algo más y como había leído que mucha gente las utilizaba para correr, lo intentó.
A la mañana siguiente los gemelos los tenía como piedras y al intentar andar era como si mil agujas se le clavaran.
Aquello lejos de desmotivarlo le abrió un nuevo camino. Podía correr sin que las rodillas se le hincharan.
Recuperado de las agujetas trazó un plan.
Empezó alternando correr con andar, y los días que corría sólo eran 2-3 kilómetros. El resto de días hacía ejercicios para pies, gemelos y cuadriceps.
Cada vez se sentía más fuerte y con más ganas.
Han pasado meses desde aquello y ahora no puede dejar de correr. Se ha convertido en parte de su vida.
‘Cuando todos te marcan una dirección, vas tú y eliges la contraria, aunque la contraría sea la correcta.’ Dice orgulloso y con una leve sonrisa.
Jose Ramón encontró el camino, pero no es algo fácil de ver.
Dice que cuando le hablaba a los amigos de las maravillas de dejar trabajar al pie nadie le echaba cuenta, ni su hermana con los problemas con los pies de los niños.
Y no es sólo por el correcto desarrollo de los pies, también del cerebro, como recoge el estudio 'Niños descalzos igual a niños más inteligentes'.
Lo importante de todo esto es que más amortiguación no es mejor, todo lo contrario. Cuanto más gruesa es la suela, más lesiones deportivas provoca.
Y es más, porque pierdes estabilidad y equilibrio.
¿Cómo estás más cómodo de pie en una cama elástica o sobre un suelo firme?
Algo parecido le pasa al cuerpo cuando te pones las amortiguadas.
Por un lado no sientes el suelo, pierdes la propiocepción o la capacidad de tu cuerpo de adaptar tu musculatura al entorno.
Y por otro, lo blandito de las zapatillas confunde a tus sentidos. Cuando andas o corres debajo tienes un suelo duro, no blando.
Por eso, si te duelen las rodillas o tienes poco equilibrio lo mejor es una zapatilla plana, flexible y con poca suela.
No los sometas al engaño de la amortiguación. Déjalos que sientan el suelo, las irregularidades, las texturas…descalzo o con unas zapatillas minimalistas como las Xero Aptos.
Para el verano.
Para proteger tus rodillas.
Para fortalecer tus pies.
Mujer y hombre.
La salud empieza en ellos.
Antonio Caballo
Pd1. Una guía de 50 páginas para readaptar los pies y reaprender a correr correctamente: Español, inglés y portugués.
Pd2. El estudio sobre niños inteligentes y pies descalzos (al entrar en el link, está más abajo).
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