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Si te tiemblan las rodillas, no es miedo. Es amortiguación.

Si te tiemblan las rodillas, no es miedo. Es amortiguación.

Lo de hoy va de rodillas que no funcionan, insectos y experimentación. Todo junto, todo en el mismo lugar.

Y es que lo que importa es lo que TÚ experimentes, lo que TÚ sientas.

No lo que te cuente el vendedor de la esquina o lo que leas en el periódico.

Sentir y experimentar superan a las palabras.

Todo empezó en una cabaña.

Una en un árbol.

La idea de dormir en una cabaña siempre fue un sueño de niño, pero nunca imaginé que el sueño se volviera pesadilla.

Una que podría haber escrito Stephen King.

Nada más llegar vimos una tijereta encima de la cama.

Ese insecto alargado de color negro que en el culo tiene unas pinzas en forma de tijeras. Si te coge con ellas duele, no mucho, pero es muy desagradable.

La dueña de las cabañas nos dijo que esos bichos solo salen dos veces al año. Una vez en otoño y otra en primavera, y coincide con el primer día de lluvia.

Mala suerte. Ese sábado fue el primer día de lluvia en Prado Negro, en la Sierra de Huetor.

A pesar de eso, nos dijo que no teníamos que preocuparnos, que había aspirado todos los bichos.

La aspiración se produce tal cual, con un aparato que parece la máquina de los cazafantasmas.

Con esto en mente nos instalamos y empieza a llover de verdad. Lo de antes había sido una simple llovizna.

Y claro, los bichos (también algunas arañas) empiezan a salir. Más bien a entrar en la cabaña.

Hay cientos, miles quizás, sobre todo por el techo. Y lo peor es que de vez en cuando caen, aterrizan en nuestras cabezas.

Aunque nos quejamos, los dueños no terminan de creérselo.

Total, como somos de Sevilla seguro que somos unos exagerados, pensarían.

Además le echan la culpa al radiador de la cabaña. Nos dicen que no lo pongamos, que el calor atrae a los bichos.

Pero cuando entran en la cabaña se llevan las manos a la cabeza. Nos piden perdón y se ofrecen al reembolso de lo pagado.

Estamos en plena Sierra, es de noche y para colmo tengo fiebre.

Mari Carmen no quiere quedarse, le dan pánico los bichos, pero cuando me mira sabe que no puedo conducir.

No queda otra que aguantarse. Una terapia anti choque, anti bichos más bien.

La noche fue otra pesadilla. Cada poco me despertaba, unas veces por los chillidos de Mari Carmen, otras para orinar (conté 5 veces, seguramente por la fiebre) y otras para quitarme alguna tijereta de encima.

Y hubo más. No serían ni las 5 de la madrugada cuando el primer gallo empezó a cantar, y el muy %?!…gallo se había venido a nuestro árbol.

La cabeza parecía que me iba a estallar. ¡Dios, qué noche!!!

Bien. Dormir con insectos es desagradable y un fastidio, pero que te duelan las rodillas cuando corres también lo es.

Fue lo que me contó Frederic (el dueño de la cabaña) después de que me ayudara a sacar el coche de un barrizal (el fin de semana tuvo de todo).

Le encantaba correr, pero ya no lo hace por culpa de las rodillas. Le duelen y se le inflaman cuando lo hace.

Yo no quería sacar el tema, pero me encontraba mejor del resfriado y estaba relajado después de haber sacado el coche del barro, por lo que le conté todos los problemas que el calzado moderno causa en las rodillas.

Frederic me miraba con atención, pero no terminaba de creerse lo que le contaba.

En un momento de la conversación le digo que me enseñase su pie.

Su dedo gordo está inclinado hacia el interior y tiene un principio de juanete.

Con gestos le explico los problemas para la rodilla si el dedo gordo no es capaz de frenar el movimiento de rotación del pie cuando apoya en el suelo.

También los problemas del tacón (drop) en las zapatillas, que acortan el recorrido del tobillo y hacen que la rodilla tenga que moverse hacia un lado para que el cuerpo pueda avanzar.

Y para terminar les dejo mis zapatillas.

Cuando se las prueba dice:

‘Si parece que no llevo nada, ¡qué cómodas son! ¡Y puedo mover los dedos!'.

Sólo entonces lo ve claro.

Si una imagen vale más que mil palabras, sentirlo en tu propio cuerpo no tiene precio.

Fue lo que le pasó a Frederic. Entendía lo que le contaba, pero cuando se probó las zapatillas lo sintió, y esa sensación supera a cualquier otra.

Sobre las rodillas.

Cuando te duelen te suelen aconsejar usar zapatillas con amortiguación. Pero tus rodillas necesitan justo lo contrario.

La amortiguación confunde a tus sentidos. Le hace pensar que estás sobre una superficie blanda, cuando estás pisando el duro asfalto. Esto provoca que tus pisadas sean más dañinas ya que el cuerpo busca la estabilidad que le ofrece el suelo y la amortiguación de las zapatillas le ofrece lo contrario, una superficie blanda e inestable.


La amortiguación hace que tus rodillas se muevan peor. Que el movimiento no sea fluido.

Es parecido a lo que sucede cuando te subes a una cama elástica. Para no caerte te pones tenso y esa tensión se la transmites a tus articulaciones.


Además, si tienes un problema o te duelen las rodillas ten en cuenta que:

  • Si tu zapatilla es estrecha e inclina el dedo gordo hacia el interior del pie, le estás quitando fuerza, circulación y estabilidad a tus pies y a tus rodillas.
  • Cuanto más espacio tengan tus dedos en las zapatillas, más se pueden abrir, por lo que tendrás más base y tus rodillas serán más estables.
  • Cuanto menos suela tengan tus zapatillas, más cerca estarás del suelo, tendrás menos riesgo de un esguince de tobillo y tus rodillas serán más estables.


Calzado que cumpla lo anterior hay mucho en ZaMi, pero si además buscas que te proteja del frío y de la lluvia, sin duda que la mejor opción son unas botas:



La salud empieza en tus pies.  

-Antonio Caballo -

Pd. Mientras mayor amortiguación tenga la zapatilla, menor protección te ofrece.

Publicado el 19/11/2021 por @antonio.caballo 0 5819

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