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Antes cuando me preguntan sobre el uso de tacones era tajante:
‘Nada de tacones’.
Pero la perspectiva del tiempo me ha enseñado que es más importante lo que haces en tu día a día, que en un momento puntual.
Y esto tiene que ver con la escena del otro día.
Ronda noche.
Una terraza céntrica en una noche de septiembre.
Al lado una mesa con dos parejas de monteros. Tres con camisetas negras y letreros en la espalda, y una mujer con camiseta blanca.
Tienen sobre 50 y tantos, y por el acento son de Despeñaperros para arriba.
Están comiendo y bebiendo de lo lindo. Van por la segunda botella de tinto y empiezan a subir el tono de voz.
Hablan de la mili, de la EGB, de sexo…
Me tienes a pan y agua —dice uno mirando a la mujer de negro.
Y más que te voy a tener —dice ella.
Todo normal. Ellos más, ellas menos.
La mujer de blanco nombra a una tal Manuela.
Habla con la lengua tonta y en modo chulesco. Con el alcohol en pleno apogeo:
¡Qué coño va a ser feliz! Manuela tiene las necesidades cubiertas, pero no es feliz. —dice.
Sí es feliz. Está haciendo su vida —le responde su pareja. Un hombre con gafas, pelo blanco y coleta.
Un mojón para ustedes. ¡No es feliz! —sentencia la mujer de blanco.
La conversación gira en torno a su hija. Está separada y no tiene la potestad.
No puedo ni verla ... Llevo con el regalo de su cumpleaños dos semanas —dice mientras se recuesta en la silla.
Habla con tristeza y resignación. El resto de la mesa intentan animarla.
De pronto se escuchan aplausos.
En la calle que cruza el centro de Ronda están pasando corredores de una popular nocturna.
La mujer de blanco se incorpora en la silla y grita: ¡Correr es de cobarde!
¡Cuántas veces habré escuchado esa frase! Me digo a mi mismo.
Cuando empecé a correr en la universidad algunos amigos me lo decía en plan güasa, hasta que aprendí aquello de:
Sí, sí…. es de cobarde, pero "más vale gallina viva, que gallo muerto". Entonces se reían y cambiábamos de conversación.
La de blanco deja de mirar hacia los corredores y sigue con lo suyo.
El otro día va y me dice que se va a poner unas Converse de plataforma para la graduación. Y yo le dije: Ni hablar Manuela, te pones unos tacones.
La otra mujer, la negro, dice:
Cuando la vi el otro día se lo dije: Manuela, ni blanco ni negro, quédate con el gris. No tienes que elegir entre tu padre y tu madre.
Tu madre es una mujer de pu ta madre. Es una cachonda.
Y aquí está la cuestión que nos interesa.
En la vida las cosas no son blancas o negras. A veces hay grises.
Ni descalzo a todas horas, ni con tacones hasta para ir de compras.
Si te gustan los tacones y vas a una gala elegante, una boda o una graduación, póntelos.
Pero solo para ese rato. No vayas a trabajar con tacones por mucho que tengas que ir en traje.
¿Por qué?
Porque los tacones te producen:
Y esto es también para los hombres, ¿o pensabas que sólo es cosa de mujeres?
Los zapatos de caballeros para usar con traje, chinos, americanas…
...¿Tienen tacón?
...¿Son estrechos?
...¿Son rígidos?
Igual que los de las mujeres.
Pues eso.
Para el cachondeo: tacones (si te gustan, claro).
Y para el día a día calzado de verdad: el que no daña a tus pies.
Te dejo dos alternativas para ir elegante:
Unas botas Chelsea que no pueden faltar en cualquier fondo de armario:
Una bota de caña baja para sacarle todo el partido a tus pies mientras caminas, trabajas o das un paseo:
Vivobarefoot Gobi II
La salud empieza en tus pies, sin tacones.
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