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Lo de hoy va de pies feos y de como tenerlos bonitos.
Pero no por estética, sino porque los pies feos funcionan mal y producen dolores.
Y es que el otro día me dijeron feo.
Fue al pasar delante de una mujer de las que viven en la calle con botella en mano.
Mirándome a la cara me dijo:
- Feo, ¡qué eres muy feo!
Por un instante estuve a punto de replicarle, pero realmente no sabía qué decir.
Dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
Pues eso.
Aunque prefiero no creerlo.
Lo de mi cara no tiene solución, lo máximo que puedo hacer es cambiar de peluquero.
Pero los pies son otro cantar.
Cuando empecé con las zapatillas minimalistas mis pies eran rígidos, con mucho puente y con los dedos en garra.
11 años después son otros.
El tamaño ha aumentado a lo largo y a lo ancho.
El arco plantar es más plano.
Y todos los dedos están alineados y separados unos de otros.
Tampoco huelen mal. Paso muchas horas del día descalzo o con sandalias, por lo que están ventilados.
Así que:
Feo, ¡qué eres muy feo! no son.
Sin embargo, mucha gente se refieren a sus pies como algo deforme.
Y no tendría por qué, ya que nacieron muy bonitos.
Los pies de un bebé destilan suavidad, limpieza y vitalidad.
Son hermosos.
Entonces,
¿Por qué se vuelven feos, se estropean e incluso provocan dolores?
Durezas, uñas negras, callos, juanetes, uñas encarnadas, hongos, neuroma de Morton, espolones….
La lista es larga.
¿Te lo has preguntado?
Piensa en las manos.
No son muy diferentes a los pies.
Pero no se encierran en ninguna caja.
Los pies sí.
Desde que naces.
Hasta para dormir.
Hay zapatos para la cuna.
La marca Chicco los vendía como pipas.
Después llegaron los tacones, los zapatos de charol, los acabados en punta, rígidos y estrechos…..hasta con cámaras de aire, como si fueran las ruedas de una bicicleta.
Y los pies se hicieron feos, deformes y malolientes.
Perdieron su movilidad.
De ser los más fuertes, a los más débiles.
Por donde llegan las lesiones.
Y aquí estamos, años después.
Buscando solución.
Y no es otra que quitarle la caja que los cubre.
Dejando que sientan, que experimenten, que aprendan, para que recuperen la belleza que tuvieron al nacer.
Descalzo.
Siempre.
O casi.
Flexibles y anchas, como el pie de un bebé.
Sin tacón, como tú pie al nacer.
Y con solo 5 mm, pero con 5 veces más protección que una suela del mismo grosor.
Descalzo o casi.
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La belleza empieza en tus pies.
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